sábado, 24 de agosto de 2013

Abuelos al diván!






La importancia de la asistencia psicológica en adultos mayores.

 

 






Cada etapa como la niñez, la adolescencia, la adultez y la  vejez,  tiene sus características propias.
Nuestros adultos mayores, nuestros abuelos, atraviesan ciertas situaciones  difíciles para ellos, más allá de la sabiduría y experiencia adquirida por los años.
La vejez, en el mejor de los casos, es una etapa para  recolectar los frutos ganados con el esfuerzo de tantos años. Debería ser además, una etapa para disfrutar.  Lamentablemente
muchas veces, esto no es posible.
Es común escuchar a nuestros abuelos, quejarse de la soledad, de dolores físicos.
Aparecen miedos que antes no tenían. La vejez no solo indica una madurez y todo lo positivo de la experiencia de vida, sino que también trae con ella, fragilidad. En la tercera edad hay que aprender a desprenderse de muchas cosas. Es una etapa donde deben hacerse muchos duelos. Los duelos son la elaboración con la consecuente aceptación de las pérdidas. Los duelos que deben hacerse se relacionan con: duelo por la juventud perdida, por la gente que ya no está. Por lo que uno ya no podrá hacer.
Esto no quiere decir que sea una etapa que haya que vivirla con tristeza. Justamente todo lo contrario. Es una etapa donde nuestros adultos mayores deberían permitirse nuevamente ser cuidados por el otro, por sus hijos, por sus nietos. Permitirse disfrutar. Salir, juntarse con amigos y la familia. Disfrutar del ocio. Pero esto no siempre sucede así.
Muchos abuelos quedan totalmente tomados por la fragilidad de los años, es decir, quedan psíquicamente invadidos, por los dolores que el cuerpo les trae. Que no son pocos porsupuesto.
Las enfermedades, los dolores de todos los días, no solo les traen un disgusto sino que además les permite socializar. Es decir, ir de médico en médico, hablar con otros de sus dolencias, les permite pertenecer a un grupo, ser cuidados, escuchados.
Es importante detenernos en el punto de las enfermedades.
En nuestros adultos mayores podemos observar como se agravan ciertos cuadros, o como aparecen enfermedades que no tenían, después de ciertas situaciones problemáticas de la vida cotidiana: un duelo no resulto por la pérdida de un ser querido, un hijo que está lejos, un nieto que se va, un amigo que se muere, etc. Todas estas cuestiones son difíciles de procesar psíquicamente. Y cuando anímicamente no podemos elaborar ciertos estímulos usamos el cuerpo como una herramienta de descarga.
El uso del cuerpo es una especie de "lenguaje" arcaico, primario, antes que el lenguaje en sí mismo.  Se hace una especie de retroceso, al uso del cuerpo como vía de expresión, de aquello que la palabra no puede.
Por eso es importante devolverles la posibilidad de "la palabra", es decir,  que cuando observemos enfermedades a repetición en nuestros abuelos, les brindemos un espacio de escucha, no solo nuestro sino de un profesional.
 En la vejez aún hay muchas cosas por decir, por pensar, por "acomodar psíquicamente". Nuestros abuelos pueden empeorar su salud física por cuadros de depresión por ejemplo.
Creer que una persona mayor no tiene nada para preguntarse, para aprender, o nada para decir, es un grave error. Todavía está madurando cuestiones de la vida. Todavía hay situaciones que se le plantean como un desafío. Algunos lo viven con más naturalidad, otros pueden vivir la etapa de la vejez con grandes dificultades.
Enfermedades como la psoriasis, las ulceras, la diabetes, las afecciones cardíacas, tan comunes en la tercera edad y tan claramente con causas orgánicas y hereditarias en juego, tienen un gran componente emocional, que las empeora o las hace remitir. El componente emocional de las mismas es tan importante como el componente orgánico.
Si se hace una buena entrevista al paciente enfermo, generalmente se detectan causas emocionales que antecedieron a la aparición de la enfermedad. El desafío es que muchos pacientes no lo registran como el desencadenante y justamente por eso, es que la enfermedad ahí cobra su fuerza, gracias al no registro mental.
Si tratamos únicamente el órgano afectado, pero la persona sigue deprimida, claramente su cuadro orgánico va a continuar con el deterioro crónico. Debemos entender que el ser humano no es solo un cuerpo sino que es un ser biopsicosocial y por ende atravesado por múltiples variables.
La depresión en la tercera edad, se muestra muchas veces a través de enfermedades a repetición. Es el cuerpo el que habla. Quizás la persona dice que no necesita ayuda, posiblemente ni lo registre. Pero es importante contemplar el aspecto anímico para propiciarles a nuestros abuelos una mejor calidad de vida y una mejora clara en su salud física. No solo con medicación sino con la asistencia psicológica y psiquiátrica adecuada.
Muchos pueden resistirse debido a prejuicios de su época. Hoy en día mucha gente recibe asistencia en  salud mental. Por eso en este punto es importante ofrecer, insistir con brindarles la asistencia psicológica y psiquiátrica adecuada. Nuestros abuelos todavía tienen mucho por decir y por ser escuchados.   


Lic. Mariana Gilbert 
Psicóloga  UBA

martes, 23 de julio de 2013

Otra vez sopa. Nota para la Revista VIVA. Clarín.

 

 

 

OTRA VEZ SOPA 
Publicada el  14/7/13

Cuando una mujer tropieza con la misma piedra, su autoestima baja, se vuelve vulnerable y puede deprimirse. Cómo salir de ese laberinto.

Este tipo de mujeres no forman parte específicamente a un grupo etáreo o status social. Pueden ser adolescentes o adultas y generalmente presentan una baja autoestima y una fuerte dependencia emocional. Son inseguras, tienen poca confianza en sí mismas y están muy atentas a agradar, a ser aceptadas. Suelen priorizar las necesidades de los demás a las propias exponiéndose a situaciones de sufrimiento creyendo  que depende de sus acciones que el otro cambie.

"La repetición de una misma escena amorosa tiene que ver con la historia de la persona. Con cuestiones no elaboradas que intentan solucionarse, pero no lo consiguen, por esta vía. La repetición es este “siempre me pasa lo mismo pero no sé por qué”. Si hay algo que favorece que esto suceda, es la historia de dicha mujer. Algo en la historia de esta persona forjó la construcción de una autoestima frágil,  de ciertas creencias, de cierto estereotipo de cómo debe ser el varón, que la llevan al puerto de encontrar siempre al hombre que no la hace feliz”, expresa la licenciada en Psicología Mariana Gilbert, especializada en clínica de adultos en el Hospital Penna.
 

miércoles, 1 de mayo de 2013


Relaciones de pareja: Apostar o no. ¿Empezamos de nuevo?



Al concluir diferentes etapas de nuestra vida, solemos hacer un balance donde evaluamos que cosas anduvieron bien y cuales no.
Nos ponemos nostálgicos, efectuamos una  revisión de lo transitado. A veces esta “mirada posterior”  nos sirve para elaborar, para comprender, cosas que quizás en su momento no entendimos.
Muchas veces al terminar una relación sentimental, creemos que debemos tomarnos un tiempo. O a veces sucede todo lo contrario. Puede ocurrir que creamos que “procesamos todo rápido” es decir, que queramos tapar ese vacío que dejó el ser amado con otras cosas: con una nueva persona, con muchas actividades, con sustancias, con distancia… hay múltiples variables, así como personas.


Cuando perdemos algo, nuestro psiquismo tiene que hacer un trabajo, que es el famoso duelo. Esto pasa, lo deseemos o no, nos resistamos al inicio o nos lancemos de cabeza en el mar de la angustia. El duelo puede ser negado, puede ser patológico o absolutamente normal y esperable.
Necesitamos sacar toda la energía que pusimos en un proyecto, en una persona, en una ilusión, para después de transcurrido cierto plazo, volcarla a nuevos proyectos, nuevas personas.
A veces luego de una separación podemos quedar resentidos, con miedos y crear barreras que no permitan que una nueva persona se acerque a nuestra vida.
Ahí puede aparecer la pregunta… ¿para qué pasar por esto de nuevo? ¿Conocer a alguien, empezar algo… y que todo se diluya?




¿Para qué apostar?
La respuesta no es simple.
Apostar nuevamente a una nueva relación, puede ser un desafío para alguien que quedó muy dañado. Pero de eso se trata, quizás para que duela menos haya que soltar la baranda y dejarse llevar.[1]
En lo posible, debemos tomar de las experiencias de nuestra vida, lo positivo. Siempre aprendemos de los demás. Es importante ampliar nuestro punto de vista y ver qué nos dejó una relación anterior; qué aspectos queremos mejorar de nosotros mismos; qué cosas habíamos idealizado… hay un largo camino por recorrer. Dicho camino tiene que ver con el conocimiento de nosotros mismos.


Volver a empezar, cuando nuestro deseo lo habilite puede ser algo agradable si te proponés disfrutar el transcurso, el mientras tanto. Ya de por sí puede valer la pena.
Es interesante descubrirnos haciendo cosas que antes no hacíamos. Patear el tablero, dejar de lado nuestras estructuras.
La vida tiene sus propias reglas y es una especie de inversión. A veces puede ir bien y otras no.
Las relaciones humanas son complejas por naturaleza. El psiquismo humano lo es aún más.
La vida a veces funciona como el tiempo. De repente podemos tener todo en contra, la corriente el viento… hasta que llega un momento, donde las condiciones cambian. Y eso que estaba en contra, ahora es favorable. Hay cosas que no podemos planificar, debemos dejar de lado nuestra omnipotencia obsesiva y  aprender a vivir con la incertidumbre. Con la sorpresa. Tolerar la espera, la frustración.
Muchas veces es necesario avanzar para tener una nueva perspectiva de una situación. “dar un paso en el vacío” como menciona el famoso Jodorowsky[2]. Y después ver qué pasa.
Obviamente no es simple, pero puede ser una experiencia muy enriquecedora.


[1] Jorge Drexler, cantante uruguayo.
[2] Alejandro Jodorowsky, escritor, dramaturgo, actor. Autor del libro “Psicomagia” entre otros. 

domingo, 24 de febrero de 2013

Participación en Revista Viva. Febrero 2013

¿Qué es y cómo se combate el estrés posvacacional?




La insatisfacción laboral genera cansancio, desgano y angustia, síntomas que pueden aflorar en el regreso de las vacaciones. ¿Cómo tomar esta crisis para convertirla en oportunidad?


Desgano, desmotivación, angustia, ansiedad, dificultades para dormir, falta de energía, depresión, pérdida de peso, cambios en la alimentación, irritabilidad, tristeza, mal humor y falta de capacidad de concentración son algunos de los síntomas que generan esta insatisfacción laboral.
 Para  Mariana Gilbert, licenciada en Psicología de la UBA, existen tres causas que pueden originar este tipo de cuadros.  La primera de ellos está relacionada con el hecho de colocar muchas expectativas e idealizar las vacacionesporque a veces se espera mucho de las mismas, y la vuelta a la rutina puede marcar que no se concretó todo aquello que quiso o que no se regresó tan renovado como se esperaba. Otra de las razones la puede explicar una crisis laboral, producto de una mala relación con el jefe, con los compañeros, con el salario o con el tipo de tareas realizadas.
“También puede deberse a una crisis personal o estado de ánimo depresivo anterior a las vacaciones. Esto a veces es lo más difícil de detectar para las personas, porque generalmente se hace una atribución externa de las causas del malestar. Es decir, es más fácil a veces pensar que “no me pasa nada a mí, sino que es mi trabajo, mi pareja, mis hijos”. Por eso, es importante evaluar, en que grado está presente la dificultad de retomar el trabajo y reflexionar que necesidades tiene en la actualidad la persona en distintas áreas de su vida. Muchas veces se tratan de cuestiones más profundas”, explica Gilbert, especialista en clínica de adultos en el Servicio de Salud Mental del Hospital Penna.