miércoles, 26 de agosto de 2009

Adictas al bisturí. Participación en Rev. Nueva Estética


Comentario para la Revista Nueva Estética Ago- Sep 09

Vivimos en una época en la cual se le da gran importancia a la imagen.
El mercado ofrece diferentes soluciones para disimular el paso del tiempo, o para ajustarse a los ideales de belleza sociales. Debido a esto, las cirugías estéticas están a la orden del día.


La pregunta que surge es ¿cuándo es apropiada una cirugía y cuándo hablamos de exceso?

Es aquí donde hay que pensar acerca de las adictas al bisturí. En este punto, cuando una persona no puede dejar de someterse al quirófano, para mejorar defectos reales o imaginarios, en su mayoría, entramos en el terreno de la patología. Porque hablamos de un exceso, una compulsión.
Se llama dismorfofobia a la preocupación excesiva por algún defecto físico. Dicha preocupación le causa un gran malestar a la persona y puede afectar diferentes áreas de su vida.
Las adictas al bisturí una y otra vez se someten a intervenciones quirúrgicas y por más transformaciones que se realicen no logran la “perfección” anhelada.
Esta compulsión a someterse al bisturí, devela que se tramita vía el cuerpo algo de otro orden. Y … no es suficiente, porque siguen operándose. Un conflicto psíquico, no alcanza un proceso de pensamiento superior y se juega en el cuerpo, intentando modificarlo. Se intenta modificar afuera, lo que en realidad, estaría mal internamente. Existe la creencia que si cambian algo del aspecto exterior van a estar mejor anímicamente… y esto no siempre funciona.
Lo que devela la adicción al bisturí en estos cuadros, a grandes rasgos, es cierta carencia en el amor propio de estas personas, en la autopreservación, en el registro de los límites, y puede muchas veces alcanzar cierto grado de distorsión de la realidad, lo cual nos haría pensar en cuadros psicopatológicos graves.


Toda práctica quirúrgica conlleva un riesgo y no debe ser tomada como un simple trámite. Es muy importante que el médico sepa distinguir y poder hacer la derivación pertinente cuando se cometen dichos excesos

De encuentros y desencuentros. Sobre los vínculos displacenteros.


Una de las características de la sociedad occidental actual es el valor que se le otorga a la individualidad. También vivimos en una época de consumo inmediato que nos lleva además a tener una menor tolerancia a la frustración. Con la rápidez de un click obtenemos lo que deseamos.
Estas cuestiones, inciden en las relaciones humanas y hace que el encuentro con el otro, a veces se vea obstaculizado.

Frecuentemente conocemos historias, tanto de mujeres como de hombres, que quedan atados a vínculos displacenteros. Uno de los personajes de la historia está más entusiasmado con la relación y el otro se encuentra imposibilitado (por “x” motivo) a comprometerse.
Esto puede suceder porque los mismos buscan cosas diferentes en el vínculo.


¿Disfrutás tus relaciónes con los demás?

Para armar vínculos sanos, es importante el disfrute de los mismos. Es decir, que te hagan sentir bien. Sea como sean. Es importante que puedas comenzar a detectar, cuando no estás sintiéndote bien en una relación. Y esto es válido para cualquier tipo de ellas: de pareja, familiar, laboral, de amistad. Hoy aquí nos vamos a centrar en el ámbito de la pareja.
El primer paso, es el registro conciente de tus necesidades. Es una apuesta que te lleva a preguntarte: ¿qué busco? ¿qué quiero para mi vida? ¿esta relación cómo me hace sentir? ¿me brinda lo que necesito?
La idea de un vínculo maduro es hacerte sentir bien. Que las cosas principalmente estén claras. Que en la relación haya lugar para las necesidades mutuas, para la escucha, y si es posible, armar proyectos. Pero si no es así, tener presente esta cuestión. Que ambos sepan lo que están haciendo para poder disfrutar de esa relación con las reglas claras, y no dar lugar a sorpresas posteriores.

Entonces ¿qué hace que una persona no pueda desprenderse de un vínculo displacentero?

El quedar atrapado en una situación así puede deberse a varios factores. Puede ser que te digas a vos mismo “no puedo dejarla/o” “porque estoy enamorado/a”, “porque no voy a encontrar otra persona”, etc.
Es válido que en principio, veas tu parte en esta historia. Que te conectes con lo que te pasa. ¿Por qué no podés disfrutar lo que te dan? Y si esto no te alcanza; por qué y para qué sostener un vínculo con alguien que muestra signos de desinterés o que simplemente no puede brindarte lo que necesitás. Que observes esta dificultad de correrte de esta situación displacentera.

En principio es importante que te plantees cuán objetivo sos en la apreciación de la situación: Puede ocurrir que a veces las personas utilizamos mecanismos psíquicos para evitar la angustia, y así disfrazar los hechos de la vida y verlos como deseamos: Esto lleva a justificar conductas negativas del otro o negar ciertos aspectos del vínculo, y generalmente son los externos a la relación los que marcan lo que no funciona.

Pero principalmente la dificultad de sostener algo que no te hace bien, podría relacionarse con un conflicto de autoestima, con tu amor propio (conflicto a nivel del narcisismo).
Además podría relacionarse con resistencias internas, como un temor al fracaso, a la soledad, al compromiso, que te llevarían a interesarte en personajes que no pueden brindarte el vínculo que deseas.
También entraría en juego tu novela familiar, es decir, tu historia, creencias, roles incorporados a lo largo de tu vida.
Todo esto llevaría a proyectar algo que no está resuelto internamente en el exterior y te haría generar este tipo de situaciones, ya sea buscando dicho estilo de personajes o no pudiendo correrte de esta clase de relaciones.
Por eso si te encontrás en una situación así, es interesante que hagas este camino introspectivo, de mirada hacia adentro, para poder armar vínculos más placenteros y sanos, acorde a lo que buscás.