martes, 3 de julio de 2012

Cómo lograr el difícil equilibrio entre trabajo y vida personal. Nota para Diario Clarín


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Extracto

 

Según los expertos, es clave la actitud que tenemos al terminar la jornada laboral.


Una de las características que nos ofrece la gran ciudad es que constantemente vivimos en forma acelerada. Y el trabajo es el gran responsable de una situación que acapara la mayor atención durante el día. Sin embargo, muchas veces concentramos todos los esfuerzos en el ámbito laboral dejando de lado la vida personal.
Trastornos del sueño, de la alimentación, ataques de pánico, depresión, estrés, enfermedades psicosomáticas, resfríos frecuentes y gripes son algunas de las consecuencias que repercuten en el cuerpo cuando no logramos dedicarnos a satisfacer otras necesidades, más allá de cumplir con las obligaciones laborales.
“Quizás lo ideal sería trabajar con menos presiones, con menor carga horaria, pero a veces no es posible. Lo que sí es posible es la actitud que podemos tener una vez que terminamos nuestra jornada laboral. No obsesionarse con el trabajo, por ejemplo. Una vez que terminó, que así sea, es decir, dedicarse a otra cosa. Enriquecer las otras facetas de nuestra vida: practicar un deporte, relajarse, estar con la familia, visitar amigos, dedicarse tiempo a uno mismo, disfrutar de la vida en pareja, son opciones sanas para alcanzar dicho equilibrio entre lo personal y lo laboral”, recomienda Mariana Gilbert, licenciada en Psicología especializada en Clínica de Adultos en el Servicio de Salud Mental, del Hospital Penna.
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Una de las claves para evitar que las exigencias laborales nos sobrepasen y nos quiten tiempo y energías para dedicar a nuestro ámbito personal, consiste en establecer claramente cuáles son nuestras prioridades en ambos ámbitos. También es recomendable reflexionar sobre si lo que hacemos nos gusta. Y si la respuesta es negativa y por el momento no podemos cambiar de trabajo, el próximo desafío a plantearnos será pensar de qué manera podemos incorporar algo del orden de lo placentero por fuera del ámbito laboral, sea a través de alguna actividad o deporte, yoga, meditación, ir al cine o a comer afuera, entre otras.

Soy Sola




¿Por qué está tan de moda esta frase?
De alguna manera representa lo que dicen varias mujeres… llenándose de orgullo al demostrar ante los demás su independencia.
En este punto podemos ver la diferencia con otras épocas,  donde las treintañeras para arriba, sentían como algo vergonzoso la soltería.

Actualmente no nos rigen los mismos valores. En lo absoluto.
Ser independiente es lo primero que debemos aprender para manejarnos con eficacia en la sociedad actual. Los valores de la individualidad, el desarrollo personal y profesional, rigen por sobre otros objetivos de vida, en términos generales. La mayoría de las personas postergan ser padres por ejemplo, hasta no sentirse, desarrollados en otros ámbitos de sus vidas.

Si bien a algunas personas esta forma de denominarse como “soy sola” puede parecerles deprimente, hoy en día está en boca de más de una mujer, siendo un modo levemente simpático de hacer referencia a su soltería.

Es importante destacar que “estar” solo, o “estar” en pareja son un estado. Y como tal, cualquier estado puede ser variable. Por lo tanto, no es del todo correcto, el uso del término “soy” sola. No debería tener que ver con el ser. Es necesario pensar:  Yo no me llamo, “sola”. En este momento, puedo estar sola, pero también puedo dejar de estarlo.
No es lo mismo.

Muchas veces, como nos llamamos es como actuamos. Como nos nombran también. Y es complicado dejar de comportarse como uno se nombra.
Para dar otro ejemplo, las personas que tienen presión alta. Suelen llamarse a sí mismos “yo soy hipertenso”. Término al cual los  profesionales de la salud mental no le tenemos mucha simpatía. No es bueno, nombrarse como “hipertenso”, no tiene que ser algo que le “de” identidad a la persona, sino que ese sujeto padece o presenta presión alta. No “es” la enfermedad… ¿se entiende?
Salvando las distancias, lo mismo con el ESTADO de estar solo o en pareja, valga la redundancia. Puede cambiar. No tiene por qué ser siempre igual.

Por otro lado, siguiendo con la reflexión de “soy sola”, más allá de la palabra que se use, es importante entender que todas las personas “somos solos”, somos seres individuales, o deberíamos intentar serlo, que decidimos desde nuestra individualidad compartir un camino con otro. Unirnos a otro por deseo, no por necesidad. Desde un lugar adulto, no desde una necesidad infantil, o desde el desamparo…  o porque si no te tengo “no se que hacer con mi vida”.
Uno es responsable de su vida,  uno “solo” la construye. Y si en el camino encontramos a otros importantes bienvenidos sean para poder compartir. Para crecer y aprender. 

Por que nos cuesta volver a trabajar luego de las vacaciones?



A la mayoría de las personas, en mayor o menor medida, les afecta volver al trabajo. Como así también, curiosamente, a algunas puede afectarles salir de vacaciones. Aquí de lo que se trata es de pasar de un estado al otro: estar en plena actividad laboral, a descansar. Este pasaje  obliga a adaptarse a la nueva situación.


El cambio que nos generan las vacaciones, podría pensarse en términos generales como más placentero, por todo lo que implica: descansar, conocer un lugar, hacer actividades que nos gustan, estar con nuestros seres queridos,  salir a comer, etc. A esta situación  más fácilmente nos adaptamos, aunque para todas las personas no es igual. Mucha gente necesita unos días para empezar a disfrutar realmente de sus vacaciones. Entonces, la dificultad está en el cambio en sí mismo.
Por supuesto que es más difícil, el cambio que nos genera volver a la rutina. Sentir que ese descanso tan esperado se terminó. Lo notamos más.
Por lo tanto en sentido amplio la causa de la dificultad se basa en el proceso de adaptación.
Aún así a cada persona puede costarle volver al trabajo, por cuestiones diferentes.
Algunos de los motivos pueden ser:

Poner muchas expectativas en las vacaciones: esto se relaciona con idealizar la situación de las vacaciones. A veces se  espera mucho de las mismas, y la vuelta a la rutina puede marcar que no se concretó todo aquello que quiso, o que no se regresó tan renovado como se esperaba, por ejemplo. 

Crisis laboral: una mala situación de trabajo. Un conflicto con compañeros, con el jefe, con la tarea, con el salario, que genera en la persona la necesidad de un cambio que se acentúa más al regresar por el corte mismo que crean las vacaciones.

Crisis personal. O estado de ánimo depresivo anterior a las vacaciones: esto a veces es lo más difícil de detectar para las personas, porque generalmente se hace una atribución externa de las causas del malestar. Es decir, es más fácil a veces pensar que “no me pasa nada a mí, sino que es mi trabajo, mi pareja, mis hijos”. Por eso es importante evaluar, en que grado está presente la dificultad de retomar el trabajo y reflexionar que necesidades tiene en la actualidad la persona en distintas áreas de su vida. Muchas veces se tratan de cuestiones más profundas.
Por otra parte, una crisis laboral puede ser la forma en que se manifiesta una crisis personal. Es decir, la persona registra que se siente mal en el trabajo, pero puede estar insatisfecha o tener conflicto en otras áreas de su vida.

La crisis nos plantea una oportunidad, nos convoca a un cambio. Nos marca que algo se conmovió en nuestra vida, es decir, que las cosas que antes funcionaban bien para nosotros ahora ya no. Por lo cual, si el malestar que genera volver al trabajo es muy intenso, es importante que la persona que lo experimenta haga una reflexión acerca de qué necesidades tiene en su vida: que necesidad laboral, social, de capacitación, de recreación, por ejemplo. Es un trabajo reflexivo más difícil, ya que como mencionaba antes, no todas las personas logran darse cuenta inmediatamente que el conflicto surge de ellas mismas y que son ellas quienes deben hacer algo para modificar dicha situación angustiante. No esperar que cambie el entorno por sí mismo.
La crisis convoca a hacer una revisión de nuestra situación actual. Pensar qué nos hace sentir desganados, malhumorados, por ejemplo y empezar a planificar cómo armar una situación laboral, en este caso, donde podamos sentirnos mejor.
Para planificar dicho cambio primero hay que registrar la necesidad. Luego plantear dicha necesidad como una meta a cumplir, gradualmente. Pensar que conductas son necesarias para lograr dicha meta. Es importante mantener una actitud optimista ante el cambio y ser tolerante con uno mismo.
El factor principal es que la persona realice un trabajo de reflexión acerca de lo que necesita en su vida, y se plantee como lograr instaurar las condiciones para sentirse mejor. Tiene que sentirse responsable de generar dicho cambio por sí misma y no esperar que otros lo hagan por ella.
Hay que comprender que la crisis es una oportunidad para el cambio y para crecer como personas. Nos permite conocernos más a nosotros mismos y descubrir recursos y capacidades que no sabíamos que teníamos.

-¿Qué pueden hacer estas personas para evitar sentir tanta angustia a la hora de tener que volver a trabajar?

Ante todo no esperar que las vacaciones solucionen nuestra vida.
Es importante incorporar actividades en nuestra rutina, y no únicamente esperar al cambio de situación que nos traen las vacaciones. Es decir, apuntar a tener una vida más sana, con más gratificaciones:
Incorporar salidas, paseos que tengan contacto con la naturaleza. Generar actividades de ocio, placenteras. Practicar una actividad, un deporte, yoga o meditación,  un curso, alguna actividad artística, por ejemplo,  puede hacer que nuestra rutina semanal sea más placentera y así no llegar tan estresados a las próximas vacaciones.

Por lo tanto se aconseja:

  • No poner demasiadas expectativas en las vacaciones: esperar que le solucionen la vida le generará mucha frustración.
  • No incorporarse inmediatamente al trabajo después de las vacaciones. Volver unos días antes para tener tiempo para adaptarse nuevamente a la vida laboral.
  • Incorporar actividades placenteras en su vida cotidiana. Realizar actividades que se intercalen con su rutina laboral para relajarse y no llegar tan estresado a las próximas vacaciones.
  • Reflexionar acerca de la angustia que aparece con el regreso. Pensar si necesita algún cambio en su vida.