A
la mayoría de las personas, en mayor o menor medida, les afecta volver al
trabajo. Como así también, curiosamente, a algunas puede afectarles salir de
vacaciones. Aquí de lo que se trata es de pasar de un estado al otro: estar en
plena actividad laboral, a descansar. Este pasaje obliga a adaptarse a la nueva situación.
El
cambio que nos generan las vacaciones, podría pensarse en términos generales
como más placentero, por todo lo que implica: descansar, conocer un lugar,
hacer actividades que nos gustan, estar con nuestros seres queridos, salir a comer, etc. A esta situación más fácilmente nos adaptamos, aunque para todas
las personas no es igual. Mucha gente necesita unos días para empezar a
disfrutar realmente de sus vacaciones. Entonces, la dificultad está en el
cambio en sí mismo.
Por
supuesto que es más difícil, el cambio que nos genera volver a la rutina.
Sentir que ese descanso tan esperado se terminó. Lo notamos más.
Por
lo tanto en sentido amplio la causa de la dificultad se basa en el proceso de
adaptación.
Aún
así a cada persona puede costarle volver al trabajo, por cuestiones diferentes.
Algunos
de los motivos pueden ser:
Poner muchas
expectativas en las vacaciones:
esto se relaciona con idealizar la situación de las vacaciones. A veces se espera mucho de las mismas, y la vuelta a la
rutina puede marcar que no se concretó todo aquello que quiso, o que no se regresó
tan renovado como se esperaba, por ejemplo.
Crisis laboral: una mala situación de trabajo. Un
conflicto con compañeros, con el jefe, con la tarea, con el salario, que genera
en la persona la necesidad de un cambio que se acentúa más al regresar por el
corte mismo que crean las vacaciones.
Crisis personal. O
estado de ánimo depresivo anterior a las vacaciones: esto a veces es lo más difícil de
detectar para las personas, porque generalmente se hace una atribución externa
de las causas del malestar. Es decir, es más fácil a veces pensar que “no me
pasa nada a mí, sino que es mi trabajo, mi pareja, mis hijos”. Por eso es
importante evaluar, en que grado está presente la dificultad de retomar el
trabajo y reflexionar que necesidades tiene en la actualidad la persona en
distintas áreas de su vida. Muchas veces se tratan de cuestiones más profundas.
Por
otra parte, una crisis laboral puede ser la forma en que se manifiesta una
crisis personal. Es decir, la persona registra que se siente mal en el trabajo,
pero puede estar insatisfecha o tener conflicto en otras áreas de su vida.
La crisis nos plantea una oportunidad, nos convoca a un cambio. Nos marca que
algo se conmovió en nuestra vida, es decir, que las cosas que antes funcionaban
bien para nosotros ahora ya no. Por lo cual, si el malestar que genera volver
al trabajo es muy intenso, es importante que la persona que lo experimenta haga
una reflexión acerca de qué necesidades tiene en su vida: que necesidad
laboral, social, de capacitación, de recreación, por ejemplo. Es un trabajo
reflexivo más difícil, ya que como mencionaba antes, no todas las personas
logran darse cuenta inmediatamente que el conflicto surge de ellas mismas y que
son ellas quienes deben hacer algo para modificar dicha situación angustiante.
No esperar que cambie el entorno por sí mismo.
La
crisis convoca a hacer una revisión de nuestra situación actual. Pensar qué nos
hace sentir desganados, malhumorados, por ejemplo y empezar a planificar cómo
armar una situación laboral, en este caso, donde podamos sentirnos mejor.
Para
planificar dicho cambio primero hay que registrar la necesidad. Luego plantear
dicha necesidad como una meta a cumplir, gradualmente. Pensar que conductas son
necesarias para lograr dicha meta. Es importante mantener una actitud optimista
ante el cambio y ser tolerante con uno mismo.
El
factor principal es que la persona realice un trabajo de reflexión acerca de lo
que necesita en su vida, y se plantee como lograr instaurar las condiciones
para sentirse mejor. Tiene que sentirse responsable de generar dicho cambio por
sí misma y no esperar que otros lo hagan por ella.
Hay
que comprender que la crisis es una oportunidad para el cambio y para crecer
como personas. Nos permite conocernos más a nosotros mismos y descubrir
recursos y capacidades que no sabíamos que teníamos.
-¿Qué pueden hacer
estas personas para evitar sentir tanta angustia a la hora de tener que volver
a trabajar?
Ante
todo no esperar que las vacaciones solucionen nuestra vida.
Es
importante incorporar actividades en nuestra rutina, y no únicamente esperar al
cambio de situación que nos traen las vacaciones. Es decir, apuntar a tener una
vida más sana, con más gratificaciones:
Incorporar
salidas, paseos que tengan contacto con la naturaleza. Generar actividades de
ocio, placenteras. Practicar una actividad, un deporte, yoga o meditación, un curso, alguna actividad artística, por
ejemplo, puede hacer que nuestra rutina
semanal sea más placentera y así no llegar tan estresados a las próximas
vacaciones.
Por lo tanto se aconseja:
- No
poner demasiadas expectativas en las vacaciones: esperar que le solucionen
la vida le generará mucha frustración.
- No incorporarse inmediatamente al trabajo después de las vacaciones. Volver
unos días antes para tener tiempo para adaptarse nuevamente a la vida
laboral.
- Incorporar
actividades placenteras en su vida cotidiana. Realizar actividades que se
intercalen con su rutina laboral para relajarse y no llegar tan estresado
a las próximas vacaciones.
- Reflexionar
acerca de la angustia que aparece con el regreso. Pensar si necesita algún
cambio en su vida.