jueves, 30 de abril de 2009

¿Te obsesionás con el amor?

ADAPTACIÓN DEL ARTÍCULO "Las obsesiones de todos los días"



Muchas veces nos encontramos con personas cercanas que se obsesionan con tener una relación de pareja, o quizás en algún punto, algo de esto resuene en nuestras vidas.

Obsesión con una idea o con una persona

La obsesión con el amor, nos llama la atención por su carácter, ya que se manifiesta a través de ideas persistentes, generando ansiedad, malestar y frustración.
La obsesión se vive como algo extraño, fuera de control.
Las personas que viven un proyecto de pareja como una obsesión, tienen puesta toda su atención en dicho aspecto de su vida, y presentan dificultad para detenerse a pensar en otros. Muchas veces no pueden explicarse el motivo por el cual todo salió mal en sus intentos de conocer gente, que pasó que no llegaron a entenderse o a gustarse con el otro.
En varias ocasiones la ansiedad por concretar dicho proyecto puede generar en los demás la reacción de la huída.
Obsesionarse con una persona, como obsesionarse con tener una pareja encubre cuestiones a nivel más profundo.
Lo que debemos tener presente es que las obsesiones con el amor nos “entretienen” focalizando en algo, para no pensar en un conflicto que se juega en otra área de nuestra vida.
Son válidas las siguientes preguntas: ¿Qué sucede que esta persona pone todo su interés en este aspecto de su vida? ¿Qué pasa con el resto de los aspectos?

¿En qué punto el sano interés se transforma en obsesión?

Los pensamientos en relación con el proyecto de tener una pareja o con la persona que nos interesa, deja de ser una simple motivación para transformarse en una idea obsesiva de acuerdo a la intensidad y la frecuencia, y por sobretodo, por el costo psíquico que conlleva. Puede generar dificultades en otros ámbitos de nuestra vida, en el rendimiento académico, laboral, por solo focalizar en la vida amorosa.
Haciendo una revisión de la historia de cada quién pueden encontrarse motivos de donde parte dicha obsesión. A veces pueden aparecer ciertas creencias acerca de lo qué es querer a otro. Erróneamente podemos creer que no hay modo de querer que no sea sin obsesionarse o sin padecer.

A tener en cuenta:
- La ansiedad genera la reacción de huida del otro.
- Focalizar en un solo aspecto de tu vida, puede empobrecer los otros.
- Las obsesiones encubren algo a nivel más profundo. Nos convocan a la reflexión.

Es importante reconocer el padecimiento y luego ver la carencia que ocultan dichas obsesiones para a partir de ahí comenzar a diversificar los intereses y repartirlos en otras áreas de nuestras vidas.
Si hay una obsesión, cualquiera que sea, algo está indicando. Es importante empezar a reflexionar acerca de ella y ver qué nos está pasando. Qué nos hace falta, qué estamos deseando, que no tiene que ver con las personas o con las situaciones, sino con la relación con uno mismo.

Abril 09

lunes, 27 de abril de 2009

El valor de la consulta terapéutica.


Hay momentos en la vida de una persona donde algo se conmueve; las respuestas que antes servían, hoy ya no funcionan. En ese punto aparece la necesidad de hacer una consulta. El pedido puede llegar de las más diversas maneras: como una necesidad de cambio, como una inquietud acerca de lo que está pasando, como una queja de otra persona, como un pedido de alivio al dolor que se siente por haber perdido algo importante, o puede aparecer la dificultad de poner en palabras eso que anda pasando.

Sin embargo, el hecho de consultar es un primer paso, importante, en el camino del tratamiento terapéutico. A veces parece como que se le restara importancia a estos primeros encuentros, porque los grandes cambios o mejorías de los pacientes suelen darse en el transcurso del tiempo. Igualmente ya en las primeras entrevistas podemos afirmar que se produce algo. Esto no quiere decir que esos conflictos que trae el consultante se solucionen por arte de magia, sino que en el espacio de la consulta, ya se producen efectos terapéuticos porque hay una escucha diferente. Alguien entrenado en detectar aquello que la persona dice sin saberlo, entrenado para interrogar su deseo. Este encuentro abre el camino a posibles modificaciones subjetivas; brinda la posibilidad de cuestionar aquello incuestionable. Además, las primeras entrevistas le brindan un marco, un espacio individual a los pacientes, un espacio de contención. Espacio de simple descarga o de reflexión; pero principalmente un espacio propio donde pueden ser ellos mismos.

Las obsesiones de todos los días


En la actualidad muchas personas padecen los llamados trastornos obsesivos.
Todos hemos tenido en algún momento de nuestras vidas, alguna idea obsesiva.
Frente a una idea obsesiva, se intenta suprimir estos pensamientos mediante otras ideas o actividades. Por ejemplo, alguien al salir de su casa, duda si ha cerrado la llave del gas, entonces comprueba una y otra vez que lo ha hecho. Esta es la típica idea obsesiva.
Pero las obsesiones van más allá de este estereotipo.

Las personas suelen decir, “veo que esto que me pasa no está bien, pero no puedo controlarlo”. Las ideas obsesivas nos llaman la atención por su carácter.
Son ideas persistentes que provocan ansiedad y malestar. Se viven como algo fuera de control: “no puedo dejar de pensar en él”, “no puedo cortar con mi trabajo”, etc.
Frente a estas ideas, se ejercen actos que tienen como meta, aliviar la ansiedad que genera dicha obsesión.
La obsesión puede jugarse con el trabajo, con una pareja, con un hijo, con el sexo.
A veces tenemos la creencia que si hacemos determinada cosa, nos generará un alivio.
Una mujer tenía la creencia que si hablaba con su marido, cuatro veces por día, él le confirmaba su fidelidad. Un hombre se realizaba chequeos médicos frecuentemente porque estaba obsesionado con tener alguna enfermedad. Otra mujer no podía dejar de pensar en el hombre que le interesaba no pudiendo concentrarse, a veces en su trabajo.
A veces tenemos la creencia que si estamos con una persona, nuestro malestar desaparecerá, que si ingerimos tal sustancia es la única manera con la cual podemos obtener placer, que si estudiamos sin parar nos irá mejor en un examen.
Las obsesiones pueden tener múltiples formas. A veces son difíciles de modificar. Muchas personas son tratadas con fármacos que acompañan un proceso terapéutico.

Lo que debemos tener presente es que ellas generalmente encubren otras cosas a un nivel más profundo. De alguna manera, las obsesiones nos “entretienen” focalizando en algo, para no pensar en un conflicto que se juega en otra área de nuestra vida.
Muchas veces la obsesión viene a ocupar un lugar, a llenar un vacío. Generan cierto beneficio, aún con el sufrimiento de la persona.
Escuchamos frecuentemente que alguien ante la tristeza diga “después de lo que me paso, me dediqué totalmente al trabajo, para no pensar”.
Es interesante ver, que cosas nos tienen tan entretenidos, que no nos dejan ver, apreciar e interesarnos en otros aspectos de nuestras vidas.

Reconocer el padecimiento, es el primer paso. Después ver la carencia que ocultan, de alguna manera, dichas obsesiones, muchas veces. Y a partir de ahí empezar a construir algo nuevo. Empezar a diversificar los intereses y repartirlos en otras áreas de nuestras vidas.
Ya Freud mencionaba en uno de sus textos más importantes, esta idea de no esperar satisfacernos solo con una cosa: “Así como el comerciante precavido evita invertir todo su capital en un solo lugar, podría decirse que la sabiduría de la vida aconseja no esperar toda satisfacción de una aspiración única”.
Si hay una obsesión, cualquiera que sea, algo está indicando. Es importante empezar a reflexionar acerca de ella y ver qué nos está pasando. Qué nos hace falta, qué estamos deseando, que no tiene que ver con las personas o con las situaciones, sino con la relación con uno mismo.
Abril 09